Diana y las hienas, de Virginia Hernández Reta

Por Cosme Zan

En Diana y las hienas (Ediciones Periféricas, 2023), de Virginia Hernández Reta, los personajes afrontan las contradicciones cotidianas de las que está hecho el mundo, aunque ni son heroínas ni grandes aventureros sino personajes sintientes que transitan por el mundo sin a veces comprenderlo del todo. Algunos con un sentido del humor involuntario, como Alfredo en el cuento “Polvo somos” o las ancianas de “A las puertas del cielo”. Otros personajes son más oscuros, como el turista en “G20” o el narrador del relato homónimo, “Diana y las hienas”. De acuerdo con su autora, algunos de estos personajes nacieron de sus propios miedos pero llevados al extremo del que-pasaría-si mientras que otros reflejan la miseria que nos compone a los seres humanos.

Escritos a lo largo de una década, los once relatos que conforman este volumen –el segundo de esta autora originaria de la Ciudad de México– se vinculan a partir del extrañamiento. Hernández Reta reconoce: “los he leído y releído con los ojos de entonces y con los de ahora. Vez tras vez me sorprendió la cantidad de ocasiones que usé la palabra «ajeno» a lo largo de estos textos. Esto sólo confirma lo que considero el impulso primordial para que una historia me parezca digna de contarse: la extrañeza –a veces con un dejo de desencanto, otras de humor negro– que me provocan las paradojas de la vida”.

“Son once cuentos –dice–, once universos en los que gravitan estos personajes que podrían ser nuestros vecinos, nuestros conocidos, (incluso) nuestros familiares. Y todos comparten esta humanidad que nos hace vulnerables, frágiles y, a la vez, dignos de empatía” –comenta la autora vía correo electrónico.
Y aclara: “Me interesa el misterio interior del ser humano más que solo su exterior. Esto no significa que los cuentos no se inserten y señalen ciertas circunstancias sociales. De hecho, todos tienen como trasfondo problemas sociales: la marginación, la violencia, la inseguridad, la ilegalidad, la vejez, la discriminación, la cosificación de la mujer, la pobreza, la voracidad de los medios de comunicación…”

Hernández Reta asegura que el mayor reto literario que implicó escribir Diana y las hienas fue mantenerse fiel a aquello que quiere decir, independientemente de las modas literarias. “En un mundo donde ser novedoso y ser novedad es un imperativo, el reto de escribir Diana y las hienas fue creer en la efectividad de ese tono pausado, dentro de un mundo vertiginoso”.

Sin embargo, asegura que existe todavía un último riesgo, uno que se va incrementando entre escritores y lectores: “Plantar cara a la discreta discriminación que hay en el medio (editorial), para mi género y edad. Ser mujer cisgénero y pasar de los 50 me arroja al baúl de los autores que suponemos que no tienen nada que decir. Sin embargo, me arriesgo a confiar en la vigencia de una obra que habla de lo que no cambia: la contradictoria naturaleza humana”.