Algunas pequeñas cosas sobre San Miguel que me encantan

Por Sal Guarino

Estoy de acuerdo con el título del popular éxito musical de Kitty Kallen de 1950, “Las cosas pequeñas significan mucho” [Little Thing Mean a Lot]. Después de haber vivido ya cuatro meses en el centro de San Miguel con mi esposa mexicana, he descubierto muchos aspectos maravillosos de mi experiencia aquí por los que estar agradecido. Si bien San Miguel es apreciado justamente y elogiado por su incomparable belleza arquitectónica, un clima más que agradable, su seguridad y el costo razonable del día a día, me supuse que compartir algunas de las pequeñas cosas que aquí disfruto tanto marcaría un buen cambio de ritmo.

Me encanta que todo lo que necesitamos está a unos cuantos minutos de casa. A tan solo una cuadra hay una carnicería, dos barberías, varias tienditas, una ferretería, tres restaurantes, incluyendo uno que no es caro y sirve productos locales y sabrosos, e incluso hay una mujer que hace gorditas y quesadillas deliciosas, con tantas guarniciones de chisme local como gustes servirte, y todo a la puerta de su casa. ¡Qué conveniente!

Me encanta la forma simple, tradicional y extremadamente eficiente de recoger la basura. Los martes, jueves y sábados, justo antes de las 9 am, antes de que el camión de la basura se estacione al final de la calle, un empleado pasa por las casas pegándole a una campana, avisando a todos que en unos momentos el camión va a pasar por ahí para recoger la basura. Aunque mi forma de pensar tan gringa en primera instancia consideraba este método como algo en desuso, caótico, ineficiente y que además me ponía ansioso, pronto reconocí que mi predisposición crítica era lo único ineficiente en todo el proceso. Después de deshacerme de mis burlas iniciales hacia este sistema “arcaico”, ahora me divierte todo el movimiento. Cuando escucho la campana, con calma dejo a un lado mi laptop, recolecto nuestras bolsas de basura, camino a unos cuantos pasos de mi puerta para dejar ahí las bolsas, e intercambio algunos buenos días con otros desaliñados vecinos. ¡Es de hecho un sistema altamente eficiente, interesante, y fácil para deshacerse de la basura y construir relaciones de camaradería con los vecinos!

Me agrada que haya varios lugares cerrados los domingos, como solía pasar en Brooklyn cuando era un niño. Me parece que tener que regresar al día siguiente es algo psicológico y espiritualmente productivo: retrasar la satisfacción inmediata y la comodidad por un pequeño momento. Acojo el recordatorio de que ciertas cosas pueden esperar, que el relajarse y disfrutar la alegría de no hacer nada es poco apreciado actualmente. 

Todos los días me impresiona la paciencia, habilidad y gentileza de los conductores locales. Los camiones morados son otra cosa (mi esposa y yo les llamamos los morados enojados), pero más allá de ese caso, me sorprende y maravilla cómo, a pesar de que el pueblo cuenta solo con un puñado de semáforos, los conductores entran y salen fácilmente por las calles más estrechas imaginables, con desenvoltura y cuidando a los otros conductores y peatones. ¡Para alguien nacido en Nueva York, que luego pasó una temporada en California, constatar que el “uno a uno” es algo más que una simple recomendación y que además es capaz de guiar un proceso bien estructurado en cada intersección, me resulta impresionante!

Hay muchas otras pequeñas cosas que me encantan en San Miguel. Pero antes de continuar con mis historias, me encantaría escuchar lo que a algunos de ustedes, lectores de La Atención, les encanta de este pueblo. Escríbanme a salguarino@gmail.com para contarme algunas de las joyas que se guardan acerca de San Miguel. Será un placer incorporar sus comentarios a mi columna de la siguiente semana. ¡Gracias!

Sal Guarino

Nacido en Brooklyn, Nueva York, ahora vive en el centro de San Miguel junto a su esposa mexicana. Sal siempre pone sobre la mesa un vasto juego de experiencias vivenciales. “¡SALudos de San Miguel!” es su forma de compartir la alegría de vivir en San Miguel a través de una lente de agradecimiento y pensamiento positivo. El primer libro de Sal, “SALutations”, fue publicado en 2018. Contacto: salguarino@gmail.com