Sirviendo porciones diarias de alma y espíritu en Las Comadres

Por Sal Guarino

Por la tarde hace unos meses, mientras mi esposa y yo nos concentrábamos en la ardua labor de descargar el camión con nuestras pertenencias en nuestra nueva casa en el centro, nos percatamos de algo especial que estaba pasando tan solo a unas cuantas casas de distancia. Primero fuimos atraídos por el olor proveniente de un portón abierto que funcionaba como cocina y que auguraba un sabroso encuentro, pero después nos terminó de cautivar la energía palpable y vivaz que emanaba de la cochera. La vibra de bienvenida era absorbente y tan cargada emocionalmente como la promesa de unos sabrosos antojitos para nuestro ánimo fatigado. Fue entonces que conocimos a Ore. 

Oralia Olivares González, a quien le dicen Ore, nos saludó con una ráfaga caótica, aunque reconfortante, de preguntas acerca de dónde veníamos, a qué casa nos mudábamos, cómo habíamos terminado en San Miguel, y por supuesto, qué queríamos comer. Después de tomar asiento en una de las pocas sillas que rodeaban dos pequeñas mesas en la cochera, mi esposa se sintió inmediatamente como en casa gracias a la hospitalidad energizante de Ore y sus evidentes dotes en la cocina. Ore recabó información, nos compartió su estatus actual (y mucha de su historia), y elaboró un puñado de quesadillas en lo que parecía un movimiento continuo, como si se tratara de una garza atendiendo su nido. Yo también me sentí inmediatamente acogido y agradecido por la cálida bienvenida y la alegría de dejar de cargar cajas por un momento.

Nacida en Ciudad de México, Ore se mudó a San Miguel a la edad de quince años y se ha dedicado a trabajar constantemente desde entonces. De hecho, cuando le pregunté cuál era una de sus claves para una buena vida, habló de la importancia del trabajo y de por qué uno es responsable de hacer lo que es necesario en la vida. Ciertamente ella sabe de estas cosas pues ha trabajado en distintos contextos a lo largo de las últimas décadas, incluyendo trabajos en fábricas, tiendas, oficinas, hospitales –como secretaria–, y por supuesto, cocinas. Ore le da el crédito a su madre de 75 años por haberle infundido ese sentido de determinación, ética laboral e ingenio, todo mientras se las arreglaba como madre soltera de seis hijos cuando apenas tenía 32 años de edad, y siempre logrando que todo funcionara bien, empezando con tan solo una tiendita que tenía en Ciudad de México. 

Una cliente regular que vive cerca suele pasar por el establecimiento que Ore bautizó como Las Comadres, mientras canta “Ore, Ore”, siguiendo la melodía con la que comienza la famosa canción de Gloria Estefan, The rhythm is gonna get you, “Oh eh, oh eh”, a lo que Ore responde con una sonrisa mientras levanta sus brazos al ritmo de la canción. Si no conoces a Ore, pensarías que su histriónica vecina le levanta los ánimos. Y aunque sí le divierten los saludos musicales de su vecina, en realidad es Ore la experta en levantar ánimos. Desde más o menos las 9am hasta la tarde, seis días a la semana, Ore prepara exquisitos antojitos (quesadillas, gorditas, sopes, burritos, etc.) y mucho más. Su forma de cocinar es rápida, pero ella nunca pierde noción de lo que se está friendo en el aceite, y lo que es más importante, de los detalles que surgen en las animadas conversaciones que ella invariablemente comienza con cada uno de sus clientes, sin importar si te has sentado a comer o esperas tu pedido para llevar. 

No desees para nadie lo que no desees para ti, es el consejo favorito de Ore. Una expresión muy adecuada para ella pues solo unos momentos en su compañía es todo lo que se requiere para sentir su autenticidad y la impresión de que ciertamente ella guarda los mejores deseos para más de uno. Uno de sus sueños es poder abrir una cafetería para adolescentes en San Miguel, ofreciéndoles un espacio constructivo en el cual juntarse durante las últimas horas de la tarde para disfrutar de una malteada, una torta o una hamburguesa. Ore recuerda con alegría cuando había lugares así en San Miguel durante los 80. 

San Miguel es famoso por la cantidad de loncherías que posee y que sirven deliciosa comida. A la gente le encanta energizarse con comida placentera, especialmente cuando es tan fácil conseguirla, y además es rápida y económica, tres condiciones que sin duda Ore cumple en Las Comadres. Algo más se cumple siempre que uno para en la cochera-cocina en Quebrada 31 –la necesidad básica que todos compartimos de recibir palabras amables y una sonrisa cariñosa, de notar que alguien se interesa por nuestro día o por cómo nos sentimos. Los muchos tesoros de San Miguel han sido documentados ampliamente, especialmente en los últimos años. Pero sus joyas menos promocionadas son su gente –tantas personas amables que nos ofrecen una dieta balanceada de entusiasmo humilde y afable, un acto personal de conexión intrínsecamente atractivo y fundamentalmente amable que desborda naturalmente los elogios que alguna revista de viajes pudiera dedicarle a San Miguel. Cuando paren por Las Comadres en Quebrada 31 y conozcan a Ore, sabrán exactamente a qué me refiero. 

Sal Guarino

Nacido en Brooklyn, Nueva York, ahora vive en el centro de San Miguel junto a su esposa mexicana. Sal siempre pone sobre la mesa un vasto juego de experiencias vivenciales. “¡SALudos de San Miguel!” es su forma de compartir la alegría de vivir en San Miguel a través de una lente de agradecimiento y pensamiento positivo. El primer libro de Sal, “SALutations”, fue publicado en 2018. Contacto: salguarino@gmail.com