Este prolífico inventor mexicano también fue alguna vez el enemigo público número uno

Por Sheryl Losser

Aunque sus nombres no sean muy reconocidos fuera de México, muchos mexicanos han sido figuras claves detrás de invenciones que han cambiado el mundo entero. Se suele creer que estos descubrimientos en medicina, tecnología y aeronáutica se originaron en otros países pero, de hecho, son creaciones mexicanas. 

El químico Luis Miramontes era aún un estudiante de universidad trabajando para los Laboratorios Syntex cuando ayudó a sintetizar la hormona noretisterona, allanando el camino para la creación del primer anticonceptivo oral. Guillermo González Camarena tenía tan solo 23 años de edad cuando en 1940 tramitó la primera patente a nivel mundial para la televisión a color. Pero quizás el inventor mexicano más interesante y prolífico fue Víctor Ochoa. Personaje multifacético, Ochoa fue inventor, revolucionario, periodista, sindicalista, minero, empresario y forajido en México y Estados Unidos. 

Ochoa nació en Ojinaga, Chihuahua pero creció en El Paso, Texas. En 1889 obtuvo la ciudadanía estadounidense y comenzó una vida de activismo social y político. En 1891 organizó una reunión en la que dio un discurso para cerca de 300 mexicanos en El Paso acerca de la necesidad de conseguir seguridad y salarios justos. Al mismo tiempo, ayudó a organizar La Unión Occidental Mexicana para fomentar la preservación del lenguaje español y promover la cooperación y apoyo entre los mexicanos de la comunidad.

Cuando se enteró que el presidente Porfirio Díaz había ordenado confiscar las tierras de su familia en Chihuahua, Ochoa se convirtió en un revolucionario. Creyendo que el régimen de Porfirio Díaz era una monarquía, Ochoa decidió que Díaz tenía que ser derrocado; organizó su propio ejército conformado por varios centenares de mexicanos que vivían en El Paso y Chihuahua, y atacaron a los soldados federales. En una de sus redadas, él y su banda de rebeldes cayeron en una emboscada del ejército de Díaz y muchos de ellos fueron asesinados en tanto que Ochoa fue arrestado. Algunos historiadores creen que logró escapar vestido con un uniforme militar que logró robar. Irónicamente, sin embargo, los soldados de Díaz lo confundieron con un desertor y lo persiguieron a lo largo de 500 traicioneros kilómetros a través de las montañas hasta que al final los perdió. 

Díaz anunció una recompensa de $50,000 pesos a quien capturara a Ochoa vivo o muerto. Logrando evitar a los cazarecompensas, Ochoa se refugió en Fort Stockton, Texas, pero eventualmente fue arrestado por las autoridades de Estados Unidos por transgredir las leyes de neutralidad de Estados Unidos. Posteriormente fue declarado inocente y regresó a la frontera para continuar con su trabajo revolucionario. 

Aunque se mantuvo en constante huida, logrando evadir el arresto a ambos lados del Río Grande, Ochoa hizo declaraciones ante la prensa estadounidense afirmando que continuaría con sus esfuerzos por derrocar a Díaz y con la lucha por garantizar los derechos de los mexicanos. 

Ocho fue arrestado una vez más en 1895 por la policía de Texas por violar las leyes federales de neutralidad. Fue sentenciado a dos años de prisión en la penitenciaría de Kings County en Brooklyn, Nueva York, y perdió su ciudadanía estadounidense. 

Díaz insistió en que fuera extraditado a México pero el presidente Grover Cleveland se rehusó. Durante su encarcelamiento, Ochoa inició su carrera de inventor, haciendo bosquejos en pedazos de papel. Después de su liberación, Ochoa propagó rumores de que había muerto para desorientar a los cazarecompensas y se asentó con su familia en Nueva Jersey para comenzar a transformar sus bosquejos en productos reales. 

Algunos de sus inventos fueron una llave inglesa ajustable que llamó “pinzas de cubierta” (clincher plyers); un motor reversible; unos frenos magnéticos para trolebuses que le vendió a la American Brake Company; el diseño de una pluma fuente que le vendió a la Waterman Company; y el diseño de una pluma que incluía un clip de bolsa y que le vendió a la American Pen and Pencil Company. Un molino que diseñó podía crear suficiente energía para iluminar una casa. 

Pero el punto culminante de sus invenciones fue uno de los primeros prototipos de avión, al cual llamó monoplano plegable, o el avión de Ochoa –un planeador con alas plegables que montó sobre dos marcos de bicicleta. Para desarrollar sus inventos, Ochoa fundó la International Airship Company y la Ochoa Tool & Machine Company. 

El 15 de febrero de 1906, años después de que fuera liberado de prisión, su amigo el presidente de Estados Unidos, Theodore Roosevelt, aceptó concederle un perdón y le devolvió su ciudadanía estadounidense. Ochoa continuó monitoreando la vida política en México desde Nueva Jersey. Un día, sin embargo, desapareció y abandonó sus inventos. 

Había regresado a El Paso para continuar con sus actividades políticas y comenzar una carrera en el periodismo; fundó dos periódicos, El Hispano-Americano y El Correo del Bravo. Documentos encontrados en los registros del Museo Nacional de Historia Americana del Smithsonian muestran que Ochoa fue encarcelado una vez más en la Penitenciaría de Estados Unidos en Leavenworth, Kansas, y posteriormente liberado el primero de mayo de 1918. 

Mientras estuvo en Leavenworth, Ochoa continuó comercializando sus inventos, llegando incluso a escribirle a la marina sugiriéndoles que emplearan su ornitóptero como prototipo para diseñar aeronaves. 

Ochoa también era minero y adquirió dos minas en Sonora. Se asoció con dos hombres que le ofrecieron incrementar su extracción de oro. Después lo traicionaron y le robaron todo su oro y sus caballos, dejándolo muerto en el desierto. 

De acuerdo con una entrevista que dio su hijo, Stephen Ochoa, en 1936, su padre se encontraba caminando en alguna calle de El Paso junto al jefe de policías cuando vio a sus dos socios acercándose; desfundaron sus pistolas. Ochoa no estaba armado pero agarró la pistola del policía y mató a sus socios. 

Ochoa fue llevado ante un juez nuevamente. Este determinó que sus acciones se justificaban pero le comentó a Ochoa que, ya que ambos muertos provenían de familias acomodadas, sería mejor que regresara a México. Ochoa siguió el consejo del juez y se mudó a Sonora en 1936. 

Entre 1901 y 1922, Ochoa fue un inventor prodigioso a pesar de seguir con sus actividades insurgentes, escapar de la ley y pasar temporadas en la cárcel. Además de las patentes que consiguió en Estados Unidos y México, logró patentes en otros nueve países. 

Se cree que este hacendoso personaje murió en 1945 en Sonora junto a su esposa, Amanda Cole –nieta del pintor Thomas Cole, fundador de la Escuela de pintores del río Hudson.

Sheryl Losser fue ejecutiva de relaciones públicas e investigadora profesional. Pasó 45 años en la política en Estados Unidos. Se mudó a Mazatlán en 2021 y trabaja a tiempo parcial como investigadora y escritora.

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