¿Celebrar el Día del Medio Ambiente?

Por Alejandro Angulo  

Segunda Parte

En esta segunda parte, iniciaré con citar la declaración de Rodolfo Lacy (mexicano), director de Acción Climática y Medio Ambiente para América Latina, de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y Enviado Especial en Asuntos Climáticos ante la ONU, quien señaló que los gobiernos estatales y locales pueden jugar un papel más protagónico en la acción climática. Además advirtió que la evidencia indica que no se está en la ruta para lograr los objetivos de mitigación y adaptación al cambio climático, “tenemos que cambiar radicalmente las cosas y eso es lo que políticamente es más difícil de conseguir”.

La pregunta obligada es ¿por qué no estamos en la ruta correcta?, ¿por qué no contamos con marcos regulatorios?, ¿nos hace falta más inversión?, ¿la población no tiene conciencia del problema?, ¿no hay acceso a la justicia ambiental?, ¿faltan muchos estudios e investigaciones?, ¿no hay programas adecuados en los gobiernos?, ¿a las empresas no les importa el medio ambiente?, ¿es más importante el mercado, que el medio ambiente?, ¿la delincuencia provoca más daños ambientales?, ¿no hay sanciones y penas ambientales?, ¿son pocas las capacidades institucionales para enfrentar el problema?, o simplemente ¿ya estamos resignados al colapso?

Pudiera ser que concurren todas esas razones y que aún, pese a que en algunos temas centrales ya cruzamos la línea de inflexión, todavía no se presenta el colapso, por lo cual aún tendríamos algo de tiempo. De ahí que muy seguramente el tiempo sea la variable más importante, pues podremos tener todo lo necesario para revertir el colapso, pero quizá ya no sea el momento. De ello se infiere que ahora, lo que se debe exigir, es que se cumplan o lleven a cabo las acciones y metas en un determinado tiempo, pues ya no valdrá decir qué se está haciendo o alargar más el espacio de oportunidad. Así, las pocas o muchas acciones, costosas o no, deben cumplirse en un determinado lapso, por ende, el tiempo será ahora la medida de eficiencia y la variable cardinal para evaluar a las personas, empresas, gobiernos o agencias internacionales. Ya no habrá justificación, pues el tiempo, que no para, se agotará.

Con base en la relatividad de Einstein, se sugiere que el tiempo es relativo, lo cual indica que puede estar sujeto a cambios provocados por ciertos fenómenos. Para la ciencia, el tiempo es un continuum, es decir, una entidad física que se da como un medio ininterrumpido. Esto significa que, por su propia naturaleza, no se puede pensar al tiempo como una línea interrumpida e inconexa. Un límite de tiempo, plazo máximo o fecha límite es un período de tiempo limitado, o un punto particular en el tiempo, durante el cual se debe lograr un objetivo o tarea. El parámetro del tiempo no es nuevo, y empezó a ser utilizado con éxito en la década de 1980 y formó parte de la llamada administración científica, que fue utilizada para establecer de forma adecuada y exacta el tiempo que dura un proceso.

Por ello, el estudio de tiempo es una actividad que implica la técnica de establecer un estándar de tiempo permitido para realizar una tarea determinada, con base en la medición del contenido de una acción, proyecto o programa.

Resulta aplicable el principio del Takt Time (en alemán significa ritmo o compás) para adaptar el ritmo de las acciones a la cadencia de la demanda ambiental. Así, para calcular el takt time de las acciones ambientales, habrá que dividir el tiempo neto realizado durante el periodo de ejecución, entre el número de metas o resultados requeridos para mitigar, adaptar, restaurar, conservar o preservar por año el planeta (país, región, estado, municipio o localidad). El objetivo a partir de esta medición es la de establecer un ritmo de acciones estables y en sincronía con la necesidad, objetivo y/o meta fijada.

Por tanto, el takt time no es un valor que defina el ciudadano, la empresa o gobierno, sino la demanda del planeta.

Existen ya fechas, por ejemplo, para el 2027 reducir las emisiones para no traspasar el 1.5C°; el 2030 para proteger el 30% de la biodiversidad; el 2040 para controlar y reducir la contaminación de microplásticos, y el 2050 para mitigar las emisiones de CO2. Y aunque varía de país a país, pues en algunos se presentará la emergencia antes de esas fechas, en términos globales ya está definido el tiempo máximo que tenemos.

Sabemos con seguridad que la crisis ambiental global es multicausal. Sin embargo, todas las causas que la producen tienen un mismo origen: la actividad humana. Si bien es cierto que hablar de ello implica una generalización extrema, es necesario partir de esta base, ya que deja fuera de toda duda que la crisis ambiental global sea el resultado de un problema medioambiental de origen natural o puramente climático.

Existen diversas consecuencias de esta crisis ambiental global que se puede dividir en tres grandes grupos:

Consecuencias ecológicas:

En este apartado podríamos incluir todas aquellas que tienen un efecto directo sobre los ecosistemas y las formas de vida. Por mencionar algunos ejemplos: la extinción de especies tanto de flora y fauna; la degradación de la biodiversidad de los ecosistemas; la proliferación de especies invasoras; las alteraciones de los ciclos biológicos naturales.

Consecuencias sociales:

En este apartado se incluyen todas aquellas que, de forma directa o indirecta, afectarían a la propia actividad humana y a las sociedades humanas. En este sentido, algunos ejemplos serían las pérdidas de cosechas o la degradación del suelo; la incapacidad de encontrar agua dulce suficiente para satisfacer la demanda humana; las migraciones de grupos poblacionales en busca de áreas geográficas con mayores recursos; la proliferación de enfermedades vinculadas a la contaminación; la proliferación de enfermedades vinculadas al desplazamiento geográfico de las propias enfermedades infecciosas como consecuencia de un aumento de la temperatura global.

Consecuencias propiamente climáticas:

Este tipo de consecuencias serían en gran parte las causantes de algunas de las consecuencias tanto ecológicas como sociales. Sin embargo, debido a su carácter propio, merece la pena valorarlas en sí mismas, ya que implican la modificación del clima tal y como se había desarrollado hasta el momento. Algunos ejemplos son: la desertificación, la deforestación, la acidificación del mar y el aumento del número de fenómenos como los huracanes o ciclones, así como su proliferación en zonas geográficas que tradicionalmente no están asociadas a estos fenómenos.

Y a la hora de hablar de soluciones a la crisis ambiental global, estas se pueden dividir en dos grandes grupos:

Soluciones preventivas, que son aquellas enfocadas a frenar o evitar el aumento de las consecuencias de dicha crisis.

Soluciones restauradoras, se trataría de soluciones destinadas a recuperar o restaurar el medio ambiente dañado. Algunos ejemplos de este tipo de soluciones pasan por: reforestar las áreas deforestadas, limpiar los mares, restaurar los ecosistemas mediante planes de protección de flora y fauna nativa y mejorar la gestión de recursos hidrográficos entre otros muchos.