Por Alejandro Angulo
Los datos indican que cada año, 300,000 ballenas, delfines y marsopas se enredan en las redes y palangres y mueren por asfixia, inanición o agotamiento. Por decirlo así, la más reciente y mayor amenaza es el plástico que inunda mares y océanos, contaminación que implica a la mayoría de la población mundial.
La Comisión Ballenera Internacional (CBI) desde hace 36 años proclamó el 23 de julio como el Día Mundial de las Ballenas y los Delfines.
Por su parte, la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente señala que de las 57 especies de ballenas que existen en el mundo, los mares mexicanos resguardan 40 de ocho familias distintas. En cuanto a las 32 especies de delfines de agua salada y cinco de agua dulce del mundo, México cuenta con 19 especies.
Las ballenas son un gran aliado contra el cambio climático, ya que juegan un importante papel para mantener océanos saludables para todos: con sus heces fertilizan los ecosistemas marinos y mitigan la crisis climática, pues en promedio, a lo largo de su vida una ballena confina la misma cantidad de carbono que el equivalente a 1,000 árboles.
Un estudio reciente de la vida marina explica que el plástico flexible es responsable de la mayor proporción de muertes por desechos, principalmente por obstrucciones gástricas.
Bajo este contexto, el pasado 27 de julio la SEMARNAT (Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales) lanzó el Plan de Residuos Marinos y Contaminación Plástica, desde la sede oficial de ONU en México.
La situación es crítica, pues entre plásticos, cacería y cambio climático, estas especies marinas se ven seriamente amenazadas.
Afortunadamente, en México se encuentra protegida la zona de arribo de las ballenas, que cada año llegan para reproducirse, se trata de un Área Natural Protegida llamada Reserva de la Biosfera del Vizcaíno, sitio donde también se puede realizar en recorridos el avistamiento, lo cual es uno de los tres acontecimientos silvestres más importantes en México.
Los delfines, por su parte, también se encuentran protegidos en México, y está prohibida su extracción del medio marino. Estos animales marinos en particular causan mucha atracción a los mexicanos y gustan de verse en las distintas playas del país, principalmente en el Pacífico.
Si usted está pensando que está exento de contaminar, déjeme decirle lo siguiente: el 80 por ciento proviene de tierra firme. El 70 por ciento queda en el fondo marino, el 15 por ciento en la columna de agua y el 15 por ciento en la superficie, así es que la fuente principal proviene de la tierra firme, o sea que sí somos responsables en alguna medida de dicha contaminación.
Esto sucede cuando bienes de consumo como productos desechables de un solo uso son desechados o manejados de manera inadecuada, esta basura llega a los ríos, arroyos y otras vías fluviales. En fin de cuentas, estos desechos fluyen hacia nuestros océanos, donde los desperdicios se convierten en basura marina.
De esta manera, recuerde cada vez que se va a deshacer de un plástico, piense en estos fenomenales animales marinos, parte de la solución somos todos.
Ahora bien, como parte del conjunto de soluciones se ha anunciado, con el objetivo de abordar de forma coordinada y global la problemática de la contaminación por plásticos, ocho países de América Latina se han unido para desarrollar conjuntamente el Plan de Acción de Basura Marina para el Pacífico Nordeste 2022-2026, mediante una propuesta eficaz y sostenible en el tiempo. Los países que integran la iniciativa son México, Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica, Panamá y Colombia.
Según datos del PNUMA-ONU (Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente), los plásticos son la fracción más grande, dañina y persistente de la basura marina, representando al menos el 85 por ciento del total. El plástico de un solo uso, a su vez, recordemos que puede constituir hasta el 70 por ciento del material encontrado en los mares.
Se estima que de continuar esta contaminación, para el año 2050 habrá más plástico en el mar que peces.