Por Alejandro Angulo
Uno de los principios de la economía circular es el reciclaje, pero ello no debe quedarse sólo en el ámbito de los procesos de producción y la gestión de los residuos, pues en realidad la apuesta de la economía circular debe sin falta alguna comprender aquellos procesos más profundos como son el reciclaje social, como sociedad, como ciudadanía, pues de lo que se trata es de resolver de raíz los problemas de la economía y la sociedad actual. Por ello, decimos que el reciclaje social es imprescindible para lograr sociedades más justas, más equitativas, más incluyentes, más igualitarias y con mayor cohesión social.
Y si partimos de esta premisa, entonces, este reciclaje social demanda como condición la solidaridad hasta el punto de transformarla en un bien común, compartido del que todos sus miembros son dueños colectivos y el que todos cuidan compartidamente en virtud de la defensa que les proporciona frente a dos horrores inseparables como son la miseria y la indignidad, o sea, frente al terror de ser excluidos del acelerado motor del progreso y ser condenados a la superfluidad social y se les asigne la etiqueta de desechos humanos.
Para ello, la ciudad con reciclaje social nos llevará de la mano al llamado urbanismo social que privilegia la interacción humana, la comunicación, la acción comunitaria, el encuentro social, la inclusión de todos y todas, a partir de espacios públicos, de obras sociales, parques y jardines para todos, sin faltar la cultura y eventos públicos. Es tiempo de reciclar la sociedad actual.
No obstante, lo anterior, no es posible pensarlo sin la cuestión ambiental en la ciudad, de ahí que se proponga el reciclaje territorial, es decir, construir el futuro y la naturaleza que necesitamos en el espacio urbano. Hacerlo más habitable para todos, y considerando que lo que ayer funcionó hoy deje de ser, por eso hay que pensar en aquellos territorios que hay que reciclar con el un enfoque social y ambiental para hacer de la ciudad un lugar más habitable acorde a las condiciones actuales.
El reciclaje ambiental debe pasar por el enfoque de la ecología urbana, y sobre todo poner énfasis en la biodiversidad y sus servicios ecosistémicos que nos brinda a los seres vivos y en particular a los seres humanos.
Una de las características de la sociedad urbana actual es la supresión de los terrenos agrícolas, sin reparar en el hecho de la importancia de la biodiversidad del suelo, que garantiza la continuidad de las funciones y procesos ecológicos. Pensar sólo en el valor del suelo al convertirlo en uso habitacional es una manera reduccionista de valorarlo, pues en verdad, hoy tiene mucho más valor para el futuro inmediato su diversidad que hace posible los alimentos, medicamentos, textiles, y reproducción de árboles y vegetación para proporcionar producción de oxígeno, captura de CO2, infiltración de agua a los acuíferos ya deficitarios, al regular el clima, atenuar el ruido, y a dar tranquilidad emocional.
Reciclar el territorio urbano en términos ambientales es llevarlo a un estadio de naturalización con base en especies nativas de los ecosistemas naturales para asegurar cierta conectividad, contigüidad, protección de hábitats para las especies de fauna local, como las aves y los polinizadores.
En resumidas cuentas, solidaridad y naturalización son dos elementos fundamentales del reciclaje social y ambiental para los tiempos actuales en los contextos urbanos.
Sería un error seguir manteniendo por separado lo urbano de lo ambiental, por el contrario, los dos son parte de un todo indisoluble que se condicionan e interactúan.
La economía circular es más profunda de lo que parece.