Por Alejandro Angulo
Durante todo el año, hay múltiples celebraciones que sólo tienen una duración de 24 horas y después nadie se acuerda y, lo peor, nadie hace algo de lo que dijeron iban a hacer. Memorias instantáneas y compromisos fugaces es lo de hoy.
Así tenemos que el pasado 22 de mayo se celebró el Día de la Biodiversidad y ¿a quién le importó? Quizá, la mayoría de las personas no entienden la relevancia de la biodiversidad en sus vidas y futuro, dejándoselo a los especialistas, a los entendidos, a los biólogos, o a las instituciones internacionales, pero lo cierto es que la biodiversidad o diversidad biológica está en nuestras entrañas y aún más importante, dependemos de ella para nuestra supervivencia y futuro.
Piense usted en la agrobiodiversidad que se relaciona con nuestra alimentación, o bien, en todos los servicios llamados ecosistémicos como la producción de oxígeno, la remoción de contaminantes, la mitigación del ruido y muchos otros más que día con día forman parte de nuestras vidas.
Hablar de biodiversidad, más allá de una diversidad de plantas o animales, es la base de la evolución misma de la vida en la tierra.
En un mundo globalizado, en el que se nos impregna o baña de productos y actividades homogeneizadas, desplazando la diversidad, es complicado ver hacia el futuro, en el que se está eliminando la biodiversidad, o por lo menos, como ya lo señalan los organismos mundiales, que estamos frente al declive de la biodiversidad. Son cientos de especies que se extinguen al año, son miles de especies exóticas que se introducen en las ciudades en detrimento de las especies nativas, son constantes los momentos, etapas y ciclos en que disminuimos gradualmente con nuestras actividades constructivas o de cualquier otro tipo los niveles de los servicios ecosistémicos. Actuamos como videntes con visión distorsionada frente a lo que hacemos con consecuencias graves en el futuro. Pero mientras se nos dice que vivamos el momento y el hoy, lo que implica una conciencia egocentrismo, pues lo que venga después no importa.
Los valores asociados a la biodiversidad pueden clasificarse en éticos, estéticos, económicos directos y económicos indirectos.
Dentro del grupo de los 17 “países megadiversos”, México se ubica en el lugar número 5, después de Brasil, Colombia, China e Indonesia. Estos países abarcan el 10 por ciento de la superficie terrestre y alojan al 70 por ciento de la biodiversidad planetaria, de la cual nuestro país alberga, según estimaciones, alrededor del 12 por ciento.
Y nos preguntamos ¿cómo se beneficia el ser humano de la biodiversidad?
- Por el mantenimiento de la producción de los ecosistemas
- Protección de los recursos hídricos y del suelo
- Regulación del clima
- Eliminación de residuos y reciclado de nutrientes
- Regulación de los equilibrios entre especies
- Ocio y usos recreativos
- Valor educativo y científico
- Valores personales y éticos.
La biodiversidad puede agruparse en tres elementos o niveles diferenciados pero estrechamente relacionados. Son: la diversidad ecológica o de espacios; la diversidad de especies, también llamada de organismos vivos, y la diversidad genética.
De acuerdo al Estudio de Biodiversidad (aún no publicado), en algunos estados del país se estima que la Biodiversidad registra alrededor de 7,000 especies resaltando endémicas y amenazadas, y también, que se conoce un 25 por ciento del total. La diversidad genética en especies estudiadas es relativamente alta. Se presentan casos de interacciones biológicas (polinización, parasitismo) y de valor intrínseco de la biodiversidad como servicios ecosistémicos e intercepción de lluvia por la vegetación.
Pero se alerta de las siguientes amenazas como la pérdida de suelo, cobertura vegetal y la presencia de especies invasoras y plagas, aunado a la alta migración de habitantes y a la merma de relación con la naturaleza, lo cual representan graves riesgos.
Restaurar la biodiversidad urbana con base en especies nativas y la participación comunitaria son la clave y tarea más importante hoy en día para cualquier municipio.