Fiestas populares en nuestro contexto: conmemoración del Día de Muertos

Por José Arturo Morales Tirado

Hoy en día podemos afirmar desde la Frontera Tierra Adentro, desde San Miguel de Allende, que la muerte en México es cultura viva, tal como lo ha afirmado la doctora Sandra Elena Guevara Flores. En esta afirmación cabe la pena señalar dos grandes columnas culturales que hoy conviven a veces una más que otra en nuestra dinámica cultural contemporánea, por un lado la milenaria tradición cultural de Mesoamérica y por el otro lado la no menos añeja tradición cultural católica europea que hemos heredado por los españoles que arribaron a lo que hoy es nuestro país en el siglo XVI.

En este proceso de la muerte, los seres humanos como rasgo de diferenciación significativa con el resto de las especies vivas en el planeta hemos realizado mitos y rituales que se han celebrado desde hace 78,000 años, a partir de los entierros y honras funerarias encontrados en Kenia (cadáveres cubiertos con flores y otros productos orgánicos aromáticos). 

En nuestro tiempo y espacio de la Frontera de Tierra Adentro, obviamente tenemos el fenómeno biológico de la muerte asociado a sus fenómenos culturales a partir de la tradición indígena prehispánica y su cosmovisión (traducida en una compleja religiosidad), de mayor consuelo donde nuestras cuatro entidades anímicas (Tonalli – en la coronilla, Teyolia – en el corazón, Ihìyotl – en el hígado, mictlli – en los huesos), terminarán en el paraíso del inframundo al cruzar sus nueve planos, o bien, en el paraíso del supramundo al cruzar sus 13 planos, sin ser tan importante como hemos vivido en nuestros cuatro planos de la vida en la superficie del planeta.

Por otro lado está la cosmovisión de la religión católica que llegó a la otrora Nueva España (hoy, parte de México), con mucho fundamentalismo, casi rayando en el fanatismo por parte de los españoles en las primeras décadas del siglo XVI. Es fundamental la forma en cómo vivimos en esta realidad para abrir la puerta del cielo, o bien la puerta hacia el infierno; lo anterior a través de una concepción católica de un alma unitaria y el proceso de 300 años de imponer la cristianización de la muerte, tarea que se ha visto con un poco de menos empeño en los recientes últimos doscientos años. Al final de la reflexión de nuestra corta vida, cabe sintetizar que en la cosmovisión mesoamericana la muerte no es necesariamente un sentido y emoción de angustia porque no es condenatoria, opuesto a la cosmovisión cristiana de la muerte.

De esta forma, en México y con mayor preponderancia en Mesoamérica, por lo tanto en San Miguel de Allende y la Frontera de Tierra Adentro, en nuestras ceremonias contemporáneas en torno a los días uno y dos de noviembre relativas a los muertos tiernos y la muerte adulta, después de la muerte biológica y su paralelo sentimiento y emoción de la nada y el vacío de quien ha perdido la vida en nuestro plano terrenal nos producen emociones de tristeza, vacío, duelo, desesperanza, coraje y muchas preguntas sin respuesta, la fe en algún tipo de trascendencia de algo de la vida que acompañó a nuestros seres queridos y cercanos en nuestra existencia compartida nos otorga consuelo con la esperanza de que no la estén pasando mal aquellos queridos que se nos han adelantado en el trance de la vida a la muerte. 

En ocasiones prevalece más la tradición cultural mesoamericana y es, posiblemente, mayor el consuelo, al creer que sus almas habitan uno de los paraísos existentes más allá de nuestros planos terrenales; o bien, en la tradición cultural cristiana-católica, creemos más con la esperanza de que sus almas hayan trascendido hacia el cielo, al lado de Dios. Sin embargo, hay quienes tienen otros sistemas de creencias o, incluso, ningúna estructura de fe extraterrenal, pero en todos nosotros existen, a través de la observación y la empatía, el asombro por creencias y rituales tan añejos y completos, que año con año en estas fiestas se recrean en una conmemoración más cercana a los buenos recuerdos, sensaciones y emociones, que a la tragedia, el horror y la melancolía o tristeza.Me parece que es importante señalar que más allá de la apreciación simplista y superficial, muy de la sociedad de consumo de inmediatos, poca reflexión y sensibilidad colectiva, de que en México, la Frontera Tierra Adentro y San Miguel de Allende, todo es fiesta y jolgorio por el simple hecho de disfrutar cada instante, al final del día, para el grueso de los mexicanos esta conmemoración de nuestros muertos el 1 y 2 de noviembre es un evento lleno de elementos y rituales que nos ayudan a vivir con la memoria (conmemorar) los sentimientos y las emociones, la cercanía a quienes queremos en vida y hemos querido hasta su muerte, momento honorable y admirable, que merece el respeto colectivo para quienes así viven los días de muertos.  Maravillas de nuestra Frontera Tierra Adentro. www.tasma.com.mx