Por Arturo Morales Tirado
Vivir con todos nuestros sentidos y ampliar nuestra percepción de la vida que nos rodea y la que nos hace vibrar desde lo más profundo de nuestro ser es parte de lo que experimentamos al conectarnos con la maravilla y belleza de los manantiales, esos flujos de agua que brotan por saturación en corazones de ciénegas, por fracturas o depresiones de suelos permeables de laderas de montañas de roca sedimentaria o volcánicas, o bien, por derramamiento del agua subterránea en manantiales profundos en valles o cañadas. Sin duda, un privilegio a nuestros sentidos, espíritu y humanidad, fundamental para la existencia y el disfrute de la vida.
De acuerdo con la investigación del equipo del doctor Marcos Adrián Ortega Guerrero en el año 2000, en el territorio de la Frontera de la Tierra Adentro, coincidente en gran superficie con la subcuenta alta del río Laja, al menos hace 10,000 a 11,000 años parte del agua de los glaciares que cubrieron por milenios el 80 por ciento de esta subcuenta alta del río Laja —en los actuales municipios de San Miguel de Allende, Dolores Hidalgo, San Felipe, San Diego de la Unión, San Luis de la Paz, parte de Dr. Mora, Ocampo, León y Guanajuato— se infiltró en el actual Acuífero de la Independencia, por debajo de la superficie de los municipios mencionados anteriormente. Esas aguas fósiles, originadas en la Glaciación de Würm (110,000 a. C. – 9,700 a.C.), hasta hace unos 50 años, produjeron el soporte y relativa regularidad de cientos de manantiales que existieron en esta extraordinaria Frontera de Tierra Adentro, desde luego, cientos de años antes de que se establecieran las primeras comunidades agrícolas prehispánicas de los humanos pertenecientes a la tradición indígena de los chupícuaro (aproximadamente: 500 a.C – 50 d.C.), los primeros agricultores en el estado de Guanajuato y en nuestro territorio.
Hasta hace 50 años, la mayoría de los manantiales, lo mismo que los arroyos y ríos de la subcuenta alta del río Laja, prácticamente la misma área del Acuífero de la Independencia (UNAM – Ortega Guerrero – 2000), fueron permanentes, cerca del 80 por ciento de la Frontera de Tierra Adentro. Triste y dramáticamente, por el abuso de los humanos en el sobreconsumo de los recurso: agua-tierra-biodiversidad-alimentos-ciclos bioenergéticos, la mayoría de los arroyos, ríos y manantiales hoy en día son intermitentes, sólo durante algunos meses tienen flujos de agua en ellos y muchos manantiales someros se han secado, han dejado de manar agua, quizá, para siempre. El ejemplo más significativo de esto es el caso del otrora magnífico manantial de aguas termales de El Chorro, en la ladera volcánica del Montequehuma, prácticamente en el corazón de San Miguel de Allende; El Chorro se extinguió en 1999, hace solo 22 años. Como este, más de 45 entre 50 manantiales que dieron origen a la virreinal Villa Protectora de San Miguel, nombrada por la voz popular, por su riqueza de recursos, incluida el agua de manantiales: San Miguel el Grande.
Por fortuna, aún podemos maravillarnos y disfrutar un sinnúmero de manantiales en las montañas, que prácticamente rodean la subcuenta alta del río Laja o el Acuífero de la Independencia; tanto en los volcanes del campo volcánico San Miguel (El Zamorano, Támbula-LaJoya, San Pedro y Los Picachos-Palo Huérfano), así como en las montañas del semidesierto, al norte de esta Frontera de Tierra Adentro, por ejemplo, los manantiales de la Sierra Morena (Codornices), Sierra de Guanajuato, Sierra de Santa Rosa, Sierra Cuatralba, Sierra de Lobos y Nuevo Valle de Moreno (donde nace el río Laja), en El Cubo y ladera poniente de la Sierra Gorda.Claro, para disfrutar de estas maravillas naturales, nos tenemos que acercar a estas regiones montanas, y es una gran oportunidad de conectarnos con la vida silvestre, de esta manera, como bien dice uno de los lemas del Día Mundial del medio Ambiente para este año 2022: Hagamos las paces con la naturaleza. Y como sólo tenemos una sola Tierra, la conexión con la naturaleza a través de la experiencia viva de adentrarnos a la vida silvestre en torno a los manantiales y sus flujos de agua, vida silvestre cercana a nuestras ciudades o comunidades, nos induce, casi por naturalezas, nos mueve a conocerla, valorarla, protegerla, restaurarla y gestionarla, a través de los ecosistemas más próximos a nosotros. ¿El pretexto?: conocer y disfrutar, hoy en día, sus manantiales y flujos de agua naturales. Acompaño estas notas con algunas imágenes de estas maravillas de la naturaleza de la Frontera de la Tierra Adentro.