Mitos, rituales y sus personajes: El fundamento en Mesoamérica

Por José Arturo Morales Tirado

En nuestra Frontera de la Tierra Adentro, por lo menos desde hace 2,500 años, la evolución cultural ha ocurrido entre Mesoamérica volcánica y Aridoamérica del semidesierto, siendo la primera —de acuerdo al planteamiento de Miguel León Portilla (Arqueología Mexicana 79, mayo-junio de 2006)— como una de las civilizaciones originarias en el planeta. 

Mesoamérica junto a Mesopotamia, la cuenca y delta del río Nilo en Egipto, los cuales influyeron en fenicia, palestina y las islas del Mar Egeo, en la zona del cercano oriente. Los valles del río Indo, que influyeron en India, Indochina y otros lugares cercanos a esta región. En los valles del río Amarillo, al este de Asia, influyó en China, Corea, Japón y demás regiones cercanas a estos países contemporáneos. En el continente americano, algo similar ocurrió en los valles inter-volcánicos de los Andes, en la región actual de Perú, Ecuador, Bolivia y sus zonas de influencia cercana; y, desde luego, en los valles inter-volcánicos de Mesoamérica y sus zonas de influencia, como la actual península de Yucatán y al norte, la actual Frontera de la Tierra Adentro.

Miguel León Portilla abunda en las características del proceso de civilización de estos seis pueblos originarios en torno a que su origen se ha producido en forma autónoma, donde en su creación fueron clave: 1. su sistema de organización social, 2. su sistema de organización económica, 3. su sistema de organización religiosa, 4. el lenguaje, 5. su forma de comunicación, adquisición y transmisión de conocimientos, 6. adopción al medioambiente y 7. aprovechamiento de sus recursos. 

Como manifestación cultural (todo lo que hace o crea un grupo humano) básica de estos grupos originarios de civilización ha sido por milenios la agricultura, en Mesopotamia, India, Egipto, en torno al trigo y otros cultivos, en la región de China en torno al arroz y otros cultivos, en la zona andina en torno al choclo, las papas y otros cultivos, y aquí, en Mesoamérica, en torno al maíz, frijol, chile, calabazas, jitomates, tomates, papas, camotes, cacahuates, capulines, aguacates, tejocote, entre otros.  

Por su parte, Alfredo López-Austin (Temoachan y Tlalocan, F.C.E. 1999), nos refiere el concepto fundamental del complejo sistema religioso de Mesoamérica en torno a la polaridad, como proyección de lo observado en la realidad natural de Mesoamérica; en forma asombrosa ocurrieron procesos similares en los mismos períodos temporales en los seis espacios de las civilizaciones originarias del planeta.

Sumando a lo anterior, Alfredo López-Austín (Arqueología mexicana 92, Edición especial, Agosto del 2020) menciona que en todo el orbe, los personajes mayores de los mitos se generan a manera de un arsenal de explicaciones, integrándolas a un gran cuerpo sistémico, a la cosmovisión. En este sentido, prácticamente en todos los sistemas religiosos de los pueblos originarios del mundo, en el centro de la cosmovisión está la estrella de nuestro sistema planetario: el Sol; pero también lo están otros astros notorios en nuestra realidad cotidiana, como la Luna, Venus, Marte, y estrellas como: Polaris, Sirio, Antares, pero también están las montañas, los volcanes, las cuevas, los manantiales, los ríos, las lagunas, los mares y los océanos.

En la realidad contemporánea de San Miguel y su sociedad cosmopolita contemporánea, más la de otras ciudades, barrios, pueblos y comunidades de la Frontera Tierra Adentro, como: Comonfort, Dolores Hidalgo, San Felipe, Valle del Maíz, Guadiana, Ojo de Agua, Cruz del Palmar, Puerto de Nieto, El Llanito, etc., tenemos, al menos, tres elementos adicionales que conviven en la espiritualidad de diferentes grupos, algunos con fundamentos más cercanos a conceptos teológicos, otros a conceptos de la cosmovisión y muchos más a una suerte de adición de ambas, no mezcla, si una suma con sus propias características; así nos da como producto final rituales vivos muy complejos y con raíces milenarias, sea cual fuera el origen de la o religiones, o la o las cosmovisiones.Lo anterior me parece maravilloso en la realidad contemporánea de la sociedad multiétnica, multicultural y cosmopolita de San Miguel de Allende es la expresión de religiones y/o cosmovisiones en una síntesis de mitos, rituales y personajes emanados de ambos, a través de las fiestas populares de las villas, barrios y pueblos de nuestra Frontera Tierra Adentro, basta recordar las recientes de: San Isidro Labrador, yuntas, los locos, San Juan. En contraste a esta profundidad de evolución cultural, lo que me parece lamentable son las quejas de algunos, (me parece que de pocos), en torno al ruido de los cohetes y cohetones, una de las múltiples expresiones de los complejos rituales populares de nuestra sociedad, valga la redundancia, compleja. Me parece desafortunada no tanto por los cohetones y sus sonidos sino porque expresa la baja integración de algunos vecinos (muy probablemente recientes) al entendimiento y comprensión de nuestra maravillosa y compleja comunidad de la Frontera Tierra Adentro. Continuará.