«Cuando decido hacer algo, no hay vuelta atrás»

Por Carolina de la Cajiga

¿Qué tienen en común estos nombres: Carmen Salinas, Steve Jobs, Roberto González Barrera, Oprah Winfrey, Lionel Messi y Cuauhtémoc Blanco? Son solo una muestra de personas que sin un título universitario, o siquiera habiendo terminado la primaria, alcanzaron fama y riqueza. Lo que Alejandra Castro comparte con estas personalidades es el deseo de triunfar y la determinación de llegar a lo más alto. Ella apenas está en la primera fase de convertirse en empresaria, todavía bastante lejos de ser famosa y multimillonaria. En realidad, aún no es ni un poquito rica, pero con su empuje, va en camino.

Al principio de la pandemia, una amiga suya que trabajaba en el sector inmobiliario invitó a Alejandra a ser su asistente. Ella no tenía ni idea de lo que eso implicaba. El entrenamiento tuvo que hacerse por teléfono debido al COVID. Intentar vender casas cuando la gente estaba en cuarentena, saliendo solo por comida y artículos de primera necesidad era un tanto ingenuo; sin embargo, ella estaba decidida a superarse. Al poco tiempo, la amiga abandonó la venta de bienes raíces, pero para entonces, Alejandra ya estaba enganchada y decidió seguir preparándose por su cuenta. «Como quien dice, aprendí de oídas, acumulando conocimientos día a día, y poco a poco. Hay que hacer que las cosas sucedan, no esperar a que ocurran por sí solas,» afirma con una gran sonrisa.

Alejandra tenía interés personal en aprender sobre el sector inmobiliario, ya que estaba a punto de perder su pequeña casa, porque estaba retrasada en el pago de su hipoteca. Pocos meses después de empezar su nueva carrera, hizo su primera venta. Con los ingresos, saldó su deuda y logró rescatar su casa. Mirando al cielo, con una sonrisa de alivio, exclamó: «Por fin pude dormir tranquila. La suerte sigue al esfuerzo, no al revés. Es difícil tener éxito si sólo te estás rascando la barriga y perdiendo el tiempo». 

El proceso fue arduo. Alejandra tuvo que familiarizarse rápidamente con las cuestiones legales, los códigos de construcción, los distintos barrios y mucho más. Además, tuvo que convertirse un poco en psicóloga para averiguar qué era lo que los clientes tenían en mente. «Lo más importante es guiarlos con honestidad. Todo lo demás va embonando», afirma. 

«Nadie nace sabiendo. Tuve la suerte que el notario Martín Martínez haya sido mi guía. Amablemente, me ha llevado de la mano, paso a pasito. Es el mejor instructor que pude haber tenido, y le estoy profundamente agradecida por su paciencia y por compartir sus conocimientos conmigo», declaró Alejandra. 

«Ahora ya me siento preparada y me encanta lo que hago», afirma Alejandra con orgullo. «En agosto de 2021 abrí mi propia agencia inmobiliaria. Es pequeñita, pero eso no es lo que importa. Satisfacer las necesidades de los clientes es la clave; y me da una gran alegría cuando logro complacer los deseos y sueños de los compradores».  

«Adquirir una casa es una de las cosas más emotivas y, al mismo tiempo, más estresantes que uno experimenta en la vida. Es aún más difícil si los clientes son extranjeros, ya que no están familiarizados con las costumbres y leyes mexicanas. Se ponen ansiosos, y con justa razón». Con picardía, Alejandra dice: «Tengo que chiquearlos desde el principio hasta el final». 

«Cuando no tengo citas, salgo en busca de inmuebles para agregarlos a mi catálogo de ventas. Cuantas más propiedades represento para venta o alquiler, más posibilidades tengo de cerrar la operación», dice Alejandra. «Me da mucho orgullo ser el enlace entre vendedores y compradores; ver a ambas partes satisfechas con mis servicios».

«Felizmente, mi familia me apoya al cien por ciento. Mi jornada empieza a las 6:30 de la mañana, cuando hago mis tareas domésticas. Después, programo citas y, según lo que tenga que hacer, me dirijo a la oficina o voy con clientes a ver propiedades.» Su sobrina y ayudante, Yomira, atiende a los clientes mientras ella no está. Alejandra afirma: «De la vista nace el amor. Hay que sentir la casa; husmearla; imaginarse viviendo en ella, cocinando, durmiendo. Hay que pensar dónde colocar la mesita que te regaló la abuela, dónde acomodar todos esos libros. Incluso cómo afectará la mudanza a Fifí y Bola de Nieve. Cada familia es única y tiene necesidades distintas. Una de las cosas más bonitas de ser agente de bienes raíces es hacer felices a los clientes al encontrar la casa de sus sueños. Ninguna venta es igual; ¡cada una es una nueva aventura!».

Al principio de su carrera laboral, Alejandra pasó de ser estudiante de sexto de primaria a obrera en ‘San Miguel Shoes’, donde pegaba suelas de zapatos. Fue poco lo que duró en ese puesto. Cuando los dueños se dieron cuenta de sus habilidades y su sentido de responsabilidad, le dieron trabajos más demandantes. Diecinueve años después, cuando dejó la fábrica de zapatos, era la encargada de personal y de producción. La fábrica resultó ser una gran formación y entrenamiento. Ahora Alejandra está subiendo los peldaños para unirse a las mujeres y los hombres que han triunfado gracias a su arrojo y deseo de seguir superándose. Para concluir, y con intensidad, afirma Alejandra: «No compito con nadie, aprendo de todos y trabajo con todos, y eso me entusiasma y empuja a seguir adelante».

Puedes encontrar a Alejandra en Casas Castro, Ánimas 37 A, Centro. En Facebook como Casas Castro; en la red bajo CasasCastro.com; y finalmente en WhatsApp al 415 107 6252.

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