Emprendedores de San Miguel: La granja de AnDy

Por Carolina de la Cajiga

Si piensas que los hijos, los padres, los parientes, el trabajo, el tráfico, los mandados y otras obligaciones te quitan mucho tiempo, piensa estar a cargo de alimentar a doscientos cincuenta picos cuatro veces al día, además de ovejas, perros y…

AnaDryad Vegas Zurita, más conocida como AnDy, era de ciudad, era pintora y trabajaba con un arquitecto cuando la pandemia llegó en 2020 casi paralizando el mundo. Su vida se transformó, como le ocurrió a tantos otros. AnDy se propuso cambiar lo que hacía y dedicarse a hacer algo ecológico. De ahí surgió la idea de criar gallinas para producir huevos de altísima calidad, además de un magnífico sabor. Este pequeño negocio familiar nació basado en trueque, y buscando producir alimentos sanos y nutritivos.  

Un día cualquiera en la nueva faceta de AnDy como granjera comienza al amanecer con el canto de los gallos que garantizan la felicidad de sus gallinas. La polifonía matinal incluye el piar de los polluelos, el cacareo de las gallinas y el graznido de los gansos; además de ladridos de tanto perro, el baa, baa de las ovejas y el cuac, cuac de los patos. Todos felices compartiendo las bondades de la naturaleza.

Cuando AnDy decidió mudarse al campo, eligió la hermosa comunidad de San José de Gracia, en camino a Los Rodríguez, una zona famosa por su agricultura sustentable. Negoció la compra de una hectárea de tierra y construyó una casita de madera para ella y otra para Lita, su madre, que a sus casi ochenta años decidió ayudar a su hija. Ambas tenían conocimientos agrícolas, ya que el abuelo de AnDy había sido ganadero. «Mi padre solía llegar a casa con cabritos y otros animales pequeños y mi madre hasta aprendió a ordeñar. En casa teníamos gallinas, un caballo y una vaca. Siempre estuve ligada al campo. Crecí con los huevos de las gallinas de mi abuela y la leche de las vacas del abuelo. Cuando tenía cinco años, recuerdo que teníamos conejos, un pato al que llamé Saturnino, y tortugas de tierra que conozco como Morrocoy. Cuando creces en este entorno, te enamoras de los animales para siempre», dice AnDy.

«Ahora, en la granja, Lita arrea a las gallinas a la hora de llevarlas a descansar, como su padre le enseñó a hacer con el ganado. También les canta. Sin duda, son gallinas chiquiadas, solo verlas tan tranquilas, nada ariscas con los humanos o los otros animales, llenitas, y con plumajes  sedosos y espectaculares es un gozo. Esto se refleja en el sabor de los huevos», dice AnDy con una gran sonrisa. ¿Será por eso que estos huevos son los más deliciosos que han probado, según dicen sus clientes?

La vida de granja no respeta horarios comerciales ni días de descanso. El trabajo prosigue día a día sin detenerse. Después de disfrutar de su café, Lita, con la ayuda de Genaro, el ayudante de la granja, empieza a trabajar abriendo primero las puertas a los soberbios gallos que salen a picotear en la hierba húmeda. Les siguen los Fernandos, cuatro gansos que protegen a los polluelos de los depredadores nocturnos. De otro gallinero salen las gallinas ponedoras. Todos marchan alegremente a disfrutar de las semillas, granos y verduras que les sirven.  

A la una, los pollitos de hasta tres meses y medio reciben un pienso especial parecido a la comida de bebés. Las gallinas, gallos, conejos, codornices y los patos comen sus verduras, mientras que los borregos pastan. La alimentación se repite a las tres de la tarde y luego a la caída el sol. Orgullosa, dice AnDy, “¡Estos son animalitos privilegiados y bien comidos!” Todos pasan los días libres deleitándose en la hermosa pradera. Además de las comidas formales, escarban en la tierra y comen chapulines o lo que haya según la época del año. “Las gallinas son voraces, siempre tienen hambre”, relata Andy.

En la granja hay 25 perros rescatados. Su deber es proteger a las aves de los coyotes, zorrillos, y humanos que quieren comer o robar a los animales, especialmente de noche. “Cuando requerimos más pollitos, de un día y medio de nacidos, los solicitamos al proveedor en Nuevo Laredo. Los recogemos de madrugada en el cruce de la carretera Querétaro-Guanajuato, ya que salen por la tarde para evitar los calores”, dice AnDy.   

Las tareas de AnDy incluyen labores domésticas, limpieza de los gallineros, desinfección de comederos y bebederos, ir por los alimentos de los animales, y hacer reparaciones, pues siempre hay algo que necesita arreglo. Además, hace entregas a domicilio y a varios restaurantes de San Miguel que compran huevos para sus postres y pasteles. También tiene un puesto en el bazar de los sábados en Villa de los Frailes. «Allí charlo con los clientes y con los compañeros vendedores. Esto marca el final y el principio de otra semana en mi idílica vida de granjera, de la cual estoy sumamente satisfecha y feliz», dice AnDy sonriente.

Tres veterinarios locales, que se han convertido en amigos de AnDy, la asesoran en el cuidado de los animales: el especialista en perros, el de aves, y el de borregos. Con sus clientes, sucede lo mismo, empiezan por el comercio y se van transformando en amigos. 

Algo que fue muy triste de sobrellevar fue encontrar plumas en vez de pollitos y gallinas algunas mañanas. “Tuvimos que mejorar la forma de construir jaulas para que los depredadores no pudieran entrar. La llegada de los gansos casi eliminó el riesgo, son los mejores guardianes, sobre todo cuando les ayudan los perros que dejamos libres en las noches. Aunque en noches claras, o de luna llena, reaparecen los zorrillos y provocan un gran alboroto y conmoción. Las aves baten las alas y los perros ladran desaforados. Mi mamá y yo nos levantamos de volada y gritamos a toda fuerza, “Coño, zorrillooo. Carajo, zorrilloo. Somos muy malhabladas. Menos mal que no tenemos vecinos cerca. Ja, ja, ja», exclamó AnDy.

«Aunque la granja no permite días libres ni vacaciones, es una vida agradable y relajada». Con un guiño pícaro, AnDy dice, «Con un poco de organización, puedo tomarme hasta una o dos horas libres al día. Enfermarse no entra en los planes. Tenemos que mantenernos ágiles y sanas”. 

“Ahora estamos planeando construir cabañas para visitantes que quieran disfrutar la finca y convivir con los animalitos. Mi meta es tener la primera lista para fin de este año”, comenta AnDy con mucho orgullo. “Estar rodeado de animales es relajante. Son un gran apoyo natural para la salud de cualquiera», explica.

De todo lo que ha logrado AnDy con la ayuda de Lita y Genaro, lo más satisfactorio son los comentarios de los clientes que dicen que nunca han comido huevos más frescos y deliciosos. Lita es el motor que impulsa todo y AnDy le está súper agradecida. “Nunca dejes de soñar, todo es posible con trabajo duro y fe», asevera AnDy.

Encuentra “La Granja de AnDy. Del nido a tu mesa. Huevos frescos. 100% sustentables”, en el 415 112 8270, anadryad@hotmail.com, https://www.facebook.com/anadryad y en el Bazar de Los Frailes, los sábados de 10am a 1pm, en la Plaza de los Enamorados.