¿Loco o visionario?

Por Carolina de la Cajiga 

¿Quién abre una librería cuando tantas están cerrando? Y no solo una, ¡sino dos! En un país donde, tristemente, tan pocos leen, Horacio Maldonado Moreno es el audaz.

Horacio afirma que la locura no es lo que lo mueve, sino su amor a los libros. Pensándolo, el amor y la locura han ido de la mano por tiempo inmemorial. Don Quijote, Anna Karenina y Las mil y una noches son muestras incontrovertibles. Maldonado ansía compartir su amor por la lectura y el aprendizaje con todo el mundo.

Gracias a los libros, Horacio ha viajado por todo el país. Gracias a los libros visitó San Miguel de Allende hace quince años, se enamoró y se quedó como tantos otros. Gracias a los libros se ha mantenido a sí mismo y a su familia. «Es tanto lo que debo a los libros», dice con una sonrisa.

Tal vez has pasado frente a Vórtice, su librería, en Insurgentes, casi con Hidalgo, y te hayas dicho: ¡Qué maravillosa sorpresa! ¡Una librería en San Miguel! La estrecha tienda, con una entrada aún más angosta, desborda de libros, metódicamente clasificados por idioma y tema. «¿Cómo puede caber tanto en tan poco espacio?», se pregunta Horacio retóricamente. Luego se responde a sí mismo: «Todo cabe en un jarrito sabiéndolo acomodar”. Y tiene toda la razón.

Gracias a los libros, Horacio ha aprendido diferentes oficios. Cuenta con orgullo que diseñó su logotipo después de haber elegido cuidadosamente el nombre, Vórtice Librería. Diseñó y construyó las estanterías. Antes de poner a la venta cualquier libro, le echa un vistazo para sugerirlo a los clientes. Como vende libros en español, inglés, alemán, francés, italiano y japonés, hace breves traducciones para despertar el interés de los lectores. Además, se encarga de la publicidad, diseña los anuncios y promociona las novedades en las redes sociales. Y eso no es todo: también quita el polvo de los libros, barre y trapea. ¡No para!

Algunas personas llegan a la librería en busca de algo sobre los egipcios, relojes, una novela de la que no recuerdan el título, o lo que sea. Es entonces cuando Horacio tiene que escudriñar en su mente hasta dar con el libro o los libros que abordan los temas solicitados. «¡La librería me mantiene la mente ágil y fresca como la de un niño de diez años!», dice Horacio medio en broma.

«Como los libros hay que pagarlos por adelantado, la decisión de qué adquirir es compleja, ya que las editoriales no aceptan devoluciones, y mi espacio es tan pequeño», comenta Horacio. Tiene que estar al día de las últimas tendencias y conocer las preferencias de sus clientes. Otro oficio que le debe a los libros es el de adivino para predecir qué libros se venderán como pan caliente. De ello depende la supervivencia de su negocio.

Por si fuera poco, hace un año abrió con su esposa Claudia Vórtice Niños, una librería dedicada exclusivamente a la literatura infantil. Allí se pueden encontrar libros ilustrados, cuentos de hadas, aventuras y actividades, libros didácticos y mucho más. «No hay nada mejor que ver a los niños embelesados con un libro. Me llena de inmensa felicidad introducirlos al mágico mundo de la lectura», afirma Horacio con enorme satisfacción.

Todas las mañanas, cuando llega a Vórtice, cambia algunos libros de la entrada. «Es importante variar la presentación para atraer a los clientes», explica Horacio. A continuación, revisa su lista de pendientes que generalmente implica la búsqueda de los libros que le solicitan. «Gracias a los contactos que he hecho a lo largo de los años, tengo acceso a libros antiguos, ediciones fuera de catálogo, y libros numerados o firmados. Esto es primordial para ciertos clientes que piden libros específicos. Esto es estimulante y me mantiene alerta».

Horacio también hace cambalaches. Algunos clientes traen libros que ya leyeron y obtienen crédito para uno nuevo. Todos salimos ganando, dice Horacio encantado. «Es mi gran diferenciador. Mi mejor publicidad es de boca a boca. Los clientes vuelven y me recomiendan», dice con ojos risueños.

«Por desgracia, hay gente que tira libros a la basura. Yo les pido que me los donen para volver a ponerlos en circulación», cuenta Horacio. Si los libros están dañados, los pega, limpia, y los vuelve a encuadernar para que enamoren a otros lectores. «Vendo algunos de estos libros a precios muy bajos o los regalo en fechas especiales, como el Día del Libro, el 23 de abril. También dono algunos a colegios para sus bibliotecas. Lo importante es darles nueva vida».

Horacio Maldonado estudió comercio exterior, pero no siguió esa carrera. «A los 20 años empecé a trabajar en la librería de mi hermano Carlos, en Guanajuato capital. Aprendí mucho con él. Con su ayuda me independicé, aunque durante muchos años seguimos trabajando juntos en ferias del libro. Abrí mi primera librería en la Ciudad de México. Después, en San Miguel, organicé varias ferias en la Plaza Cívica. Hace siete años abrí Vórtice, donde he puesto en práctica todo lo que he aprendido».

Sus hijos, Mateo y César, son el centro de su vida. Después de comer juntos, se encarga de que hagan sus tareas. Luego los lleva a clases en las tardes. «Cuando se puede, nos damos pequeñas escapadas. Es la ventaja de tener tu propio negocio. Con las largas horas de trabajo en la librería, es fundamental estar juntos», afirma Horacio orgulloso.

En cuanto tenga tiempo libre, a Horacio le gustaría aprender música, pintura e historia del arte. «Por ahora, paso de nueve a diez horas al día, casi 365 días al año, difundiendo la alegría de leer. Es un privilegio que no cambiaría por nada. Me encanta lo que hago».

El horario de Vórtice Librería es de lunes a sábado de 10am a 7pm, y domingos de 12 a 4pm. Está ubicado en Insurgentes 90, Centro, 415 121 4274. Encuentras a Vórtice Niños a la vuelta de la esquina en Hidalgo 37-3, Centro, 415 111 7490, (mismo horario). Las redes sociales son: Vórtice Librería y Vórtice Niños en Facebook. Vórtice Librería en Instagram, y @vorticelibreria, en Twitter.

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