Por Rodrigo Díaz, Josemaría Moreno y Bernardo Moreno
El ocaso de los héroes
En relación con los festejos del nacimiento de Ignacio Allende (21 de enero de 1769), héroe de la independencia de México –de un México incipiente pero decididamente clasista, cuya naturaleza de desigualdad económica y disparidad social es tan obvia incluso hoy en día–, en esta ocasión nos tomaremos un momento para reflexionar acerca del antihéroe que definimos como una figura épica que cimienta época, tradición y cultura, pero a un costo terrible: muerte, exclusión, fanatismo, nacionalismo y alienación. Aunque la figura del antihéroe también representa una capacidad muy humana, la reflexión, pues visto a través de un matiz crítico, refleja los valores sobre los que se cimienta un tiempo, una identidad, una narrativa que, aunque nefasta o negativa en sus consecuencias, revela los ideales sobre los que toda traición se fundamenta –al final, toda revolución es necesariamente una traición, diría el filósofo Gilles Deleuze: en el caso de México, sin importar cuán profundamente nuestra independencia traicionó a la mayoría de la población de ayer y hoy, también instaló un sentimiento de rebeldía autónomo y de fraternidad entre pueblos y clases que diferencia a México y a toda Latinoamérica de otras partes del globo, convirtiéndonos en faro de la humanidad y en símbolo de esperanza para todas las sociedades de entonces y de ahora.
Richard Wagner, El anillo del nibelungo (1876)
Este famoso y obsesivo experimento musical-poético que revolucionó la música está compuesto de cuatro óperas épicas que le tomó a su autor 26 años en completar y que requirió –para su correcta puesta en escena– la construcción de un libreto para teatro fundado expresamente para su interpretación, Bayreuth. Este ciclo de óperas dura más de 15 horas que se esparcen usualmente a lo largo de cuatro días. El elemento musical de esta obra que quizás revolucionó más profundamente la historia de la música es el uso novedoso del leitmotiv –un motivo temático que se repite y se vuelve más complejo conforme la obra progresa, brindándole dimensión a los personajes, conceptos e ideas a los que se asocia. La temática de la obra se basa en distintos elementos de la mitología germana y cimentó una identidad romántica para un pueblo a venir: Alemania. Hegel buscó con su filosofía sentar las bases históricas para la conformación de una nación necesaria y superior, Wagner la puso en escena –Nietzsche atisbó su potencial espiritual pero renunció a ella asqueado por su provincialismo nacionalista– y Hitler pretendió erigirla finalmente: un héroe nace para un pueblo sólo para desolar a todo un mundo.
Luisa Almaguer, Mataronomatar (2019)
El concepto de antihéroe está relacionado también con lo subversivo, las personas comunes y sus problemas en la cotidianidad y cómo a veces te rompe, lo vives y, tal vez, lo superas (o no). Lejos de la superioridad, el éxito y obviamente del súper hombre, el antihéroe es al final alguien con el que fácilmente te puedes relacionar. La autenticidad, el sonido, la letra, las composiciones, la actitud y la estética de Luisa Almaguer, la hace uno de los íconos subversivos de la Ciudad de México y, claro, uno de nuestros antihéroes favoritos. La sombría y grave voz, el despliegue de realismo sucio en las letras, la música entre cumbia e industrial que logra finamente producir, la catapulta como una gran artista. Mataronomatar —último álbum de Luisa— donde a través de ocho tracks nos comparte su angustia y soledad dentro de esta sociedad, le da voz a la comunidad trans y nos recuerda el peligro y la resistencia en la que se encuentran.
The Boys, Eric Kripke (2019)
No está de más recordar que en la mitología —y después en los cómics y la cultura popular— el héroe era encarnación de las virtudes y, sobre todo, defensor de los valores, poseedor de habilidades particulares con las que podía enfrentarse, en igualdad de circunstancias, con demonios o villanos también poderosos. Hijos de dioses, víctimas de algún accidente sobrenatural o extraterrestres de aspecto humanoide, la ética solía ser el cristal por el que todo miraban, poniendo del lado de la humanidad su destreza. Hasta que los antihéroes aparecieron en escena: sujetos también poderosos pero con rasgos más humanos, corruptibles, vanidosos y emocionalmente inestables. Estos son los personajes de The Boys, superhéroes al servicio del capital, brazo ejecutor de Vought International. Sus contrincantes: los muchachos; un grupo de humanos comunes y corrientes (de inicio), que se oponen a los Siete (élite de Vought), espoleados por la necesidad de venganza, pues como se va revelando, en cada uno de ellos hay un pasado doloroso, en que la negligencia de aquellos superdotados —que además son estrellas de televisión, juguetes de acción, mercenarios políticos, narcisistas recalcitrantes— es el veneno en sus entrañas que los pone siempre en movimiento para hacerles frente a pesar de su obvia desventaja. Una serie disponible en Prime, de la que esperamos pronto su cuarta temporada.